October 14, 2022, by Cuba Research Forum

El Altar de la Patria Cubana

Resumen: ¿Por qué Demajagua es el Altar de la Patria en Cuba?// Summary: Why Demajagua is Altar of the Motherland in Cuba?

Junto a la enseña nacional cubana, la bandera de Céspedes, llamada también de la Demajagua.

Demajagua, antiguo ingenio azucarero de la jurisdicción de Manzanillo en el Oriente de Cuba, ha devenido Altar de la Patria. Si convenimos que el núcleo duro de la Cultura Cubana es la lucha constante por la libertad y la independencia, ora individual ora colectiva, entonces a ese lugar sagrado, centro de peregrinación colectiva del etnos cubano, debieran llegar todos los nacidos en la ínsula -vivan en ella o fuera de ella-, del mismo modo que llegó Martí ante la estatua de Bolívar: sin quitarse el polvo del camino y preguntar donde descansar o comer, y es que de venerar las cosas sagradas se sacan fuerzas para adquirir glorias nuevas.

¿Y por qué tal afirmación, parangonándola con las tierras que, como columna vital, sirven de peregrinación a tres de las grandes religiones monoteístas de la historia: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo?

1.-Cuando Carlos M. de Céspedes y del Castillo, en la mañana del sábado 10 de octubre de 1868, en su ingenio Demajagua, grita «Independencia o Muerte», inicia la forja armada de la nación cubana y con ello el proceso constructivo del estado nacional moderno conocido hoy como República de Cuba. Aquel día se produjo un parteaguas en la historia nacional que permite diferenciar dos grandes momentos en la larga duración del decurso histórico cubano: la era de la esclavitud y la de la consecución de la libertad; faena esta última que jamás terminará porque siempre habrá cadenas que romper y libertades que alcanzar y sostener.

Volanta y catalina del antiguo ingenio Demajagua. Testigos del nacimiento de un pueblo libre.

2.-Cuando Carlos M. de Céspedes, dueño de esclavos, libera sus siervos y los llama ciudadanos, gesto imitado por los amos de hombres que aquel día le acompañaban, estaba reconociendo no solo el papel cardinal del negro en la formación de la identidad y cultura nacional; sino, ahorrándole dolores y sufrimientos tremendos a la nación porque en verdad, nada funde más a los hombres que compartir la vida y la muerte en la trinchera por un ideal supremo, y es que la sangre de negros y blancos tiene un mismo e intenso color. Esta fusión humana en la consecución de un ideal superior -a pesar de los pesares-, evitó la creación de leyes y movimientos segregacionistas y discriminatorios; los cuales, como heredad maldita, laceran hoy la nación norteamericana. Cuba Libre era incompatible con Cuba esclava.

La campana de Demajagua. Bronce que el 10 de octubre de 1868 llamó a redención a un pueblo esclavo.

3.-Cuando Carlos M. de Céspedes, abogado ilustrado y hacendado, desafía a la España colonialista, lo hace renunciando a todo: títulos, dineros, reconocimiento social, riqueza, vida muelle y hasta su vida. Con su gesto le está diciendo a los cubanos que no puede haber gloria sin sacrificio, triunfo sin dolor, victoria sin entrega al decoro y felicidad ajena. Por aquel gesto casi divino -estaba trayendo al mundo un pueblo nuevo-, Carlos M. de Céspedes y del Castillo se ha ganado el título de «Padre de la Patria Cubana» (nos complace llamarlo Padrazo: hijo indulgente con sus hijos, todos los cubanos), porque supo sacrificar por ellos su primogénito, del mismo modo que Abraham estuvo dispuesto a sacrificar el suyo por la fe; con la diferencia que la mano de este fue detenida por la voz piadosa de Dios; mientras, que ninguna voz pudo detener el pelotón de fusilamiento que acabó con la vida del hijo de Céspedes (Amado Oscar); pues, ante el pedimento inmoral de la máxima autoridad española de perdonarle la vida al vástago si abandonaba la obra en la que había empeñado todo; Céspedes respondió: “Oscar no es mi único hijo, todos los cubanos que pelean por la libertad de Cuba son mis hijos”.

¡Gloria eterna a Céspedes! Y ello por una sencilla razón: El 10 de octubre los cubanos comenzamos a ser hombres porque decidimos ser libres.

Delio G. Orozco González. Licenciado en Historia por la Universidad de Oriente, 1989. Miembro de la UNEAC, la Academia de la Historia de Cuba, la Sociedad Cultural José Martí y la Unión de Informáticos de Cuba. Especialista del Archivo Histórico de Manzanillo.

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