April 1, 2023, by Cuba Research Forum

Hombres de ciencia por la independencia. Aproximaciones históricas.

Resumen: Hombres de ciencia y su papel en la forja de la nacionalidad cubana.// Summary: Men of science and their role in the formation of Cuban nationality.

Las raíces del pensamiento científico en Cuba y sus vínculos sociales.

La historia de la ciencia y de la tecnología en Cuba tiene hondas raíces en un contexto signado por la colonia y las contradicciones internas propias de la metrópoli española a fines del siglo XVIII e inicios del XIX. Expuesta a una feroz y desigual competencia por imperios como Inglaterra, Francia y Holanda, España continuaba atenazada entre un Feudalismo resistente a la desaparición dictada por la historia, y una situación política interna inestable e indecisa que hacían debilitar su primacía colonial.

En ese medio La Habana constituía un caso singular por el rítmo e intensidad de las relaciones de todo tipo que en su geografía tenían lugar. Ciudad bulliciosa y cosmopolita como ningún otro puerto del Caribe y de América al decir del sabio alemán Alexander Von Humboldt(1), mostraba sus potencialidades económicas e intelectuales. Comenzaba a despertar de un extenso letargo impuesto por la inmovilidad del férreo control de la metrópoli sobre su comercio y su autonomía política.

Llega a la capital cubana por entonces Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa (1756-1832).(2) Nombrado Obispo de La Habana (1802-1832), es denominado con toda razón, el primer reformador cultural de la villa de San Cristóbal de La Habana. Con su incansable obra de servicios inspiró todo un movimiento integrador de intereses necesitados de respuesta ante el azote de males y epidemias por un lado, y por otro, del inmovilismo de pensamiento en la isla y su principal urbe.

En unión de amigos y colaboradores el Obispo de Espada logró remover los cimientos anquilosados de aquella sociedad, y comenzar a convertir en obras, las ideas más novedosas, osadas y hasta irreverentes que se pudieran pensar en aquel entorno escolástico no exento de cierta mística invalidante y retrógrada pues,

A principios del siglo XIX, algunas figuras aisladas expresaban una profunda inquietud porque en Cuba no había condiciones para el desarrollo del pensamiento y de las ciencias… El padre José Agustín Caballero, en la Sociedad Económica de Amigos del País expresaba entre sus criterios, que “…El sistema actual de la enseñanza pública de esta ciudad retarda y embaraza los progresos de las artes y las ciencias, resiste el establecimiento de otras nuevas, y por consiguiente en nada favorece las tentativas y ensayos de nuestra clase…”

…esta reforma debe comenzar por la Universidad,…que al cabo de 57 años, no ha querido reconocer la necesaria vicisitud de los establecimientos humanos y ha carecido de energía para desembarazarse de antiguas preocupaciones, desterradas mucho tiempo ha de las academias más respetables de Europa…(3)

A su tesón e interés, se deben obras como el saneamiento público de La Habana entre otras muchas acciones de beneficio social cuyo ligamento con la ciencia y la técnica de entonces es incuestionable. Fue capaz con ello, de irradiar su entusiasmo e iniciativa hasta el punto de calar profundamente en sus discípulos y conocidos, identificados con sus ideas hasta convertirlos en firmes partidarios y colaboradores de sus propuestas transformadoras.

Pocos años después, el padre Félix Varela unía su crítica a destacadas figuras del conocimiento en Cuba.

Ligado estrechamente al Obispo Espada por intereses y aspiraciones comunes tendentes al desarrollo científico de la sociedad cubana, el pensamiento filosófico de Varela destacaba por su “cuestionamiento metodológico de un sistema que impedía el desarrollo del pensamiento y la asimilación de las ciencias modernas.”(4)

La evolución de aquellas ideas novedosas incidía en la vida de la colonia. En primera instancia en los métodos de estudio aplicados en la universidad. Hasta entonces verdadera fortaleza del pensamiento clerical y dogmático, la academia se convertía paulatinamente en escenario de la más evidente contradicción entre la decadente metrópoli y su colonia impetuosa y arrolladora en su afianzamiento como nación.

Fue precisamente el Padre Varela quien literalmente dinamitó la vieja enseñanza escolástica de las ciencias desde su cátedra en el Colegio de San Carlos y San Ambrosio.

El método de conocimiento de Varela es: mundo natural, sensaciones, ideas, conciencia, acción humana…su propuesta teórica se basa en el estudio y análisis del mundo material para derivar de él las ideas; y en ese proceso, el hombre desempeña un papel activo, tanto en el conocer como en el hacer…Lo que le interesa…es un método científico de investigación…

La concepción implícita en sus Lecciones de Filosofía, y explícita en Miscelánea Filosófica, explica que Varela sea el primero que inicie los estudios de física experimental o física con instrumentos en Cuba. A partir de entonces Cuba produjo hombres de ciencia que no sólo aplican métodos, sino que los crean o, por lo menos, hombres inquietos no sólo por obtener el conocimiento de su realidad, sino por encontrar las vías para ello.(5)

Su pensamiento revolucionario e irreverente, tildado de ateo, gana cada vez más terreno y mayor número de adeptos. Contribuye a consolidar lo nacional, impregnándolo de lo universalmente aceptado en las nuevas condiciones del desarrollo social en los más avanzados centros de conocimiento de Europa. Su obra, de imborrable huella tiene entre muchos méritos, el de haber abierto a los cubanos el camino de las ideas y de la acción conjunta de la ciencia y la sociedad.

A su preclaro pensamiento se debe la estrecha vinculación entre ciencia y sentimientos de libertad e independencia en Cuba. A pesar de las grandes y constantes dificultades encontradas en su ruta sirvió de guía para la acción y fue capaz de ir logrando la realización espiritual y material del cubano amante de su tierra, de su cultura, dentro de un sistema de valores morales y una conciencia nacional en definición. El legado de Varela prendió en sus seguidores contemporáneos y posteriores, quienes radicalizaron sus ideas y concepciones, logrando hacer de la ciencia y de las tecnologías a ella asociadas una creación genuinamente cubanas a partir de los mejores referentes exteriores.

Ciencia e innovación al servicio de los ideales patrióticos; una tradición cubana.

Un somero recuento de los vínculos entre el pensamiento y la obra científica con los más altos ideales patrióticos en Cuba permite comprobarlo. Valga como antecedente imperecedero el de Vicente Antonio de Castro y Bermúdez (1809-1869), médico, Gran Maestro de la masonería Abrazó desde temprano ideas separatistas que fueron radicalizadas hasta identificarse con los ideales independentistas, discípulo del Colegio San Carlos.

Considerado el creador de la clínica médica y las clases de Anatomía Descriptiva en Cuba así como pionero en estudios de neurología entre otros. Fue el primero en incluir en los recetarios el diagnóstico de cada enfermedad, y pionero en emplear la auscultación y la percusión, enseñándolas en sus clases.

A este ilustre y revolucionario galeno se le debe también la introducción de la anestesia en Cuba y métodos de estudio y de investigación en los que se continúa integrando la búsqueda científica en aras del desarrollo de la isla, tal y como preconizaban Varela, José Antonio Saco y otros.

Con la segunda mitad del siglo XIX y el inicio de las luchas independentistas en Cuba, continuó el estrecho vínculo de los hombres de pensamiento con el sector más radical y revolucionario de la sociedad criolla.

Con las luchas independentistas iniciadas en La Demajagua el 10 de Octubre de 1868 y continuadas en la Guerra Necesaria de 1895 a 1898 tales vínculos mostraron sus inmensas potencialidades. Esas campañas militares pusieron de relieve de cuánto era capaz de hacer el cubano por la libertad, enfrentado a poderosas fuerzas militares mejor pertrechadas.

La existencia de ideales patrióticos incentiva los afanes por lograr los objetivos de la lucha nacional liberadora se impone ante limitaciones materiales. La ciencia como base y la imprescindible inventiva para superar las carencias en armas y demás recursos para la campaña, crearon las condiciones, muchas veces inverosímiles, para lograr victoria tras victoria frente al enemigo en acciones que hoy sin dudas, serían consideradas como verdaderas innovaciones en el campo militar.

Al Generalísimo Máximo Gómez y a su Lugarteniente General Antonio Maceo se debe la hazaña de la invasión utilizando en su avance arrollador desde las armas arrebatadas al enemigo, hasta la propia naturaleza a favor de acciones que dejaban a las tropas hispanas desconcertadas y temerosas de internarse en campos y montes de la geografía nacional. Panales de avispas, toros embestidores y el propio clima tropical fueron armas estratégicas y tácticas utilizadas por las fuerzas rebeldes cubanas, sin paralelo en la historia militar. O el imprescindible machete convertido por el ingenio criollo en terrífica arma de combate empleado tanto por la caballería como por la infantería en sus espectaculares cargas.

El investigador e historiador Antonio Ramos Zúñiga(6) acota el criterio de que la tecnología militar tuvo en la manigua cubana un momento de esplendor por lo rico y efectivo de las inventivas utilizadas. Para el enfrentamiento a las fuerzas colonialistas fueron muchas las innovaciones empleadas, muchas de ellas realmente impensadas por el enemigo, tales como los famosos cañones de cuero y de madera, el torpedo mambí, las minas terrestres y marinas, verdaderos dolores de cabeza para las tropas y las fuerzas navales españolas.

Entre esas y otras variantes nacidas de la necesidad y del talento cubano, no puede dejar de mencionarse la propuesta hecha por el ingeniero agrónomo Arturo Comas Pons. Basado en la novedad que por entonces significaban los experimentos de los hermanos Wright con la incipiente aviación, creía viable la posibilidad de dotar a las fuerzas insurrectas de un aparato volador capaz de lanzar minas y torpedos desde el aire sobre las tropas enemigas.

Al hasta entonces inédito medio de combate se le bautizó como “velocípedo aéreo”, cuyo primer ensayo tuvo lugar sobre un farallón de monte en una cantera de las cercanías del poblado de Bejucal, en la actual provincia de Mayabeque en 1892. Sin embargo debido a varios factores en contra, nunca pudo hacerse efectivo aquel intento de “bombardero aéreo”. Pero sin dudas queda registrado como una verdadera hazaña de la ciencia y de la tecnología cubana de todos los tiempos que continúan asombrando a estudiosos y amantes de la historia nacional.
Para ilustrar esta conjunción de ideas y acciones, mencionemos algunos datos que si bien no son conclusivos, constituyen un acercamiento a la verdad histórica. De acuerdo a consultas hechas para este artículo, se pudo constatar que de unos 680 oficiales registrados en documentos del Ejército Libertador entre la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y la Guerra Necesaria (1895-1898), más de 130 eran hombres de ciencia; entre ellos 78 médicos, 20 ingenieros, 20 periodistas y 14 pedagogos.(7)

Llegado el siglo XX, nuevas etapas de la batalla por la independencia renovaron las ansias de libertad de los cubanos. Y con ellas, nuevos retos entre los que nunca faltaron aquellos vinculados a la necesidad de la inventiva surgida desde conceptos científicos, para enfrentar siempre a un adversario mejor armado materialmente.

Fundamentalmente durante la etapa de lucha insurreccional contra la dictadura de Batista. Tanto en el llano como en las montañas fue de gran ayuda contar con compañeros y compañeras que pusieron sus conocimientos al servicio de la causa revolucionaria. Tal es el caso de la Dirección de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio desde la cual muchos, como Vilma Espín, ingeniera química, contribuyeron a preparar y activar cocteles molotov y otros artilugios de combate,

Convertida en una verdadera tradición de lucha del pueblo cubano, la innovación y la inventiva acompañan el quehacer cotidiano de la batalla por la defensa de la nueva sociedad desde el triunfo de la Revolución.

Dotadas de nuevas y mejores técnicas de combate, pero atenazadas siempre por el criminal bloqueo yanqui, las Fuerzas Armadas Revolucionarias constituyen la continuidad histórica del ejército mambí, imponiéndose ante cada dificultad con una cuota de entrega, de sacrificio y de “inventiva criolla” que representa lo mejor del pensamiento y del accionar de nuestro pueblo en la construcción del Socialismo cubano del siglo XXI.

Notas.

1.- Humboldt, Alexander Von (1769-1859). Filósofo y naturalista alemán. Aportó notables avances a la Botánica, la Química, la Geografía y otras. Como parte de su recorrido por América a inicios del siglo XIX visitó Cuba en dos oportunidades (dic.1800-marzo de 1801 y abril de 1804), recorriendo el medio natural en plan investigativo que enriqueció los conocimientos sobre disímiles aspectos de la geografía, la naturaleza, la economía y la sociedad antillana en su obra “Ensayo político sobre la isla de Cuba”, lo que le valió para la posteridad el denominativo de “Segundo descubridor de Cuba”.
2.- Díaz de Espada y Fernández de Landa, Juan José (1756-1832). Segundo obispo de La Habana durante 30 años, cuya labor renovadora y modernizadora se considera determinante en los inicios del proceso de formación de una cultura y un pensamiento cubanos. Defensor de la autonomía de la isla y de la Constitución de Cádiz, puso su episcopado al servicio de la población cubana con obras de impacto social.
3.- Torres-Cuevas, Eduardo. (2006). En busca de la cubanidad (2 Tomos). La Habana. Editorial de Ciencias Sociales. T/I, pp. 304-305.
4.- Ibídem. T/I, p.311.
5.- Ibídem. T/II, pp.22-24.
6.- Ramos Zúñiga, Antonio. (1984). Las armas del Ejército Mambí. La Habana. Editora Política. Premio Monografía en el Concurso de Historia Primero de Enero de 1982.
7.- Escalante Colás, Amels, Ángel Jiménez González y Pedro Sautié Mohedano. (2003). Diccionario Enciclopédico de Historia militar de Cuba. Primera parte (1510-1898). 3 tomos. Ediciones Verde Olivo. T/I. Biografías.

José A. Cabrera Navarrete. Licenciado en Ciencias Sociales e Historia por el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, MSc. en estudios de género. Profesor Auxiliar en la Universidad “Jesús Montané Oropesa” de la Isla de la Juventud, miembro de su asociación de base de la UNHIC. Ha publicado artículos y ensayos en revistas de Cuba, México y España sobre temas históricos, visibilización de la mujer en la Historia de Cuba y de América, Didáctica y metodología de la enseñanza de las Ciencias Sociales en la Educación Superior y otros. Ha participado en eventos nacionales e internacionales. Participa en los Talleres Nacionales “Visión múltiple de la lucha insurreccional”.

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