July 17, 2023, by Cuba Research Forum
Un disparo en la oscuridad
Resumen: Un relato de combate.// Summary: A combat story.
El acontecimiento que voy a narrarles tuvo lugar en una pequeña localidad del municipio Calixto García en la provincia de Holguín en febrero del 2011. El barrio se conoce como Los Itabos y no es un lugar cualquiera porque en esos predios se produjo el primer levantamiento de la conocida como Guerra Chiquita en agosto de 1879.
Sin embargo, lo que les narraré nada tiene que ver con ese suceso de nuestras guerras por la independencia y sí con los lugareños actuales. También podrán leer como recogió el acontecimiento, en décimas, la manifestación literaria más importante del territorio, uno de los mejores poetas de ese municipio: Ramón Acosta Almaguer.
Hace un buen tiempo atrás era muy común que los decimistas cubanos se convirtieran en cronistas de cualquier evento relevante. Era costumbre recoger en décimas sucesos de la vida cotidiana, hechos de sangre, tragedias de infidelidades o amores imposibles; proezas de determinadas personalidades y otros muchos temas. También era frecuente que las emisoras de radio transmitieran en espacios de alta audiencia el desarrollo de estos sucesos narrados en décimas, pero ya eso quedó muy atrás.
Resulta que en el mencionado y apacible barrio una tranquila noche se escuchó una explosión. El fuerte sonido rompió el cotidiano silencio y dejó expectante a toda la comunidad.
Todavía no se había salido del estupor cuando uno de los vecinos, quizás el más valiente o el más asustado, posiblemente con unos tragos de más o viendo interrumpido alguno de los recurrentes programas televisivo de atentados terroristas o algo así, quien sabe, salió al patio de su casa, se abrió la camisa y gritó a todo pulmón:
-¡Disparen aquí, coño, que yo sí soy un hombre!, ¡No le tiran a los niños inocentes!
Sus gritos retadores fueron un detonador, produjeron una reacción en cadena e inmediatamente se le unieron otros “valerosos” vecinos que salieron al camino a desafiar, a gritos, a los presuntos atacantes terroristas. Todos coincidían en que se había disparado con un arma de fuego contra la comunidad. Allí, uno de los líderes propuso que se avisara a la policía por la seriedad de la situación. El teléfono público estaba en un lugar conocido como Cruce de Mir a poco más de un kilómetro y allá enviaron a uno de los valerosos que corrió sin parar y llegó a la casa del dueño del teléfono anunciando a gritos despavoridos que Los Itabos era atacado por un grupo terrorista.
Jadeante comenzó a llamar a la estación de la policía que se encuentra en el pueblo de Buenaventura, a cuatro kilómetros del Cruce de Mir y a cinco de Los Itabos. Como no hay una sin dos y para hacer más dramática la historia, a mitad de llamada, el teléfono que era de esos llamados “de minutos”, enmudeció. No obstante, fue suficiente para que la policía supiera donde era el ataque y rumbo al lugar partieron, raudos, en un jeep, que ya cercano a Los Itabos se quedó sin combustible.
Finalmente llegaron y se encontraron a toda la comunidad reunida, más bien agrupada, y que tuvo que reconocer que no se habían repetido “los disparos”, no había heridos y aún no habían visualizado a “los terroristas”.
Pero como para enfrentar al enemigo siempre debe haber recursos y disposición combativa, sino de que valían tantos domingos de la defensa y…, en definitiva, comenzaron a peinar el lugar, pero nada, el enemigo no aparecía. Fueron más a fondo y comenzaron una búsqueda casa por casa y entonces sí apareció “el terrorista” que había alterado a la pequeña comunidad. En una de las viviendas encontraron una vieja bicicleta con un neumático rajado y su dueño reconoció que efectivamente cuando se había reventado un rato antes “había sonado como un tiro”. Les dejo los análisis y comentarios a ustedes.
Como dije anteriormente, un poeta, Ramón Acosta Almaguer perpetuó el hecho así:
Disparo desconocido
puso a correr al Itabo
el cobarde y el más bravo
gritaban despavoridos.
El pánico fue expandido
como una gran pesadilla,
dieron cuenta a Calzadilla
quien llamó a la policía
que prontamente acudía
sin cuidar el cuentamilla
Se acordonaba el recinto
preservando aquel lugar
una pesquisa ocular
se realizó por instinto.
El más bravo aflojó el cinto.
El pánico fue creciendo.
Unos estaban diciendo
que era una acción terrorista
y un destacado anapista
del miedo estaba muriendo.
Continuaba la inspección
palmo a palmo hasta llegar
a descubrir el lugar
de la terrible explosión
Se arribó a la conclusión,
después poco comentada
de que una goma enchinchada,
con exceso de aire fuerte
pudo provocar la muerte
de tanta gente asustada.
Una simple bicicleta
puso una comarca en jaque
y los de largo almanaque
parecían niños de teta.
La policía fue discreta
y dijo no pasó nada,
pero la gente asustada
que había perdido el valor
lavó la ropa interior
y soltó la carcajada.
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